El torero y el llanto (1934)

Federico García Lorca Lorca regresó a España desde Argentina a punto de cumplir los 36 años, en plena madurez creativa y respaldado por un reconocimiento internacional. A su regreso recibe el homenaje de La Barraca y, poco después, de la Federación Universitaria Española en el Hotel Florida de Madrid donde se representa el Retablillo de don Cristóbal. En julio regresa a la Huerta de San Vicente para el día de san Federico y durante los meses siguientes termina Yerma y Diván del Tamarit. La publicación de este último poemario en la Universidad de Granada, con prólogo de Emilio García Gómez, que sí se conserva, la truncará el tiempo y la guerra.

Federico García Lorca durante un paseo por la Alpujarra.
Federico García Lorca durante un paseo por la Alpujarra. / Foto: Fundación FGL

En el intenso verano de 1934, el 11 de agosto, su amigo el torero Ignacio Sánchez Mejías sufrió una cornada en la Plaza de Manzanares que acabaría con su vida poco después. Lorca le dedicó una de las elegías laicas cumbres de la lírica española, el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías que fue publicada un año después en la revista Cruz y Raya con ilustraciones de José Caballero.

Antes de su regreso a Madrid, en septiembre, sus amigos Antonio Gallego Burín, Constantino Ruiz Carnero, Luis Rosales y Manuel Fernández-Montesinos le ofrecen una cena en el Último Ventorrillo, a las afueras de Granada.

Comienza a escribir Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores y estrena Yerma en el Teatro Español de Madrid por Margarita Xirgu el 29 de diciembre.