Romero Funes, Julio

Julio-Romero-Funes

Inspector adscrito a la Comisaría de Policía de Granada que, tras el triunfo de la sublevación contra la República de 1936, es nombrado por los sediciosos jefe de la Policía encargado de dirigir la feroz represión contra miles de simpatizantes de izquierda. Nace en Cáñar, un diminuto pueblo de la Alpujarra. Según rememora el capitán José Nestares al periodista Eduardo Molina Fajardo, era un tipo “muy de derechas” y exagerado y había sido seguidor de Natalio Rivas, el cacique alpujarreño que fue diputado por el Partido Liberal (1901-1924), diputado electo en las generales de 1936 y más tarde procurador de las Cortes franquistas.

Para llevar a cabo su trabajo, Romero Funes dispone de su propia escuadra de asesinos. Él era el encargado de llamar a Víznar desde el Gobierno civil para anunciar el envío de nuevos condenados a muerte.

Romero Funes, que actuaba al mando directo del gobernador civil para el que hacía funciones de secretario o ayudante, es quien dio la orden, junto a Valdés, de la detención de García Lorca, a instancia de Ramón Ruiz Alonso. Murió en un altercado con la banda de los Hermanos Quero, los miembros de la resistencia en Granada que pusieron en jaque a las fuerzas del orden.

Para llevar a cabo su trabajo, Romero Funes dispone de su propia escuadra de asesinos, conocida como la Escuela del Panadero. Él era el encargado de llamar a Víznar desde el Gobierno Civil para anunciar el envío de nuevos condenados a muerte, y fue quien ordena personalmente la detención de Dióscoro Galindo, el maestro cojo de Pulianas fusilado junto con Lorca. También da instrucciones para que un teniente a su servicio recoja en comisaría al sindicalista Francisco Galadí Melgar y a otro detenido apodado El Terrible y los lleve a Víznar para ser fusilados con García Lorca.

Tuvo un final muy novelesco. Fue tiroteado el domingo 26 de marzo de 1944 cuando participaba en un operativo para detener a varios integrantes de la partida de los Hermanos Quero que se hallaban en un prostíbulo. En el confuso tiroteo, en el que son abatidos tres de los maquis, resulta herido de un balazo en el vientre. El miércoles 29 es enterrado tras una enorme manifestación de duelo organizada por el Gobierno Civil. Su muerte indujo a la Dirección de General de Seguridad a enviar a Granada a un grupo especializado en el combate de las guerrillas antifranquistas.

 

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