Azaña Díaz, Manuel

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Político y escritor español. Fue presidente del Consejo de Ministros de 1931 a 1933 y presidente de la Segunda República durante el período de 1936 a 1939. Fue contemporáneo y amigo de Federico García Lorca, cuñado de Cipriano Rivas Cherif y amigo de Margarita Xirgu.

Nació en Alcalá de Henares en 1880. Estudió Derecho en Zaragoza y se doctoró en 1900. En 1909 empezó a trabajar como funcionario en la Dirección General de los Registros y del Notariado. Viajó a París becado por la Junta de Ampliación de Estudios. A raíz de este viaje escribió el ensayo Estudios de política francesa contemporánea, la política militar (1919). Entre 1913 y 1920 fue secretario del Ateneo de Madrid y en 1930 presidente. Empezó militando en el Partido Reformista de Melquíadez Álvarez y en 1925 creó la formación Acción Republicana.

En 1934 fue detenido por los sucesos de Asturias y Cataluña. Un centenar de intelectuales, entre ellos Federico García Lorca, firman una carta abierta de protesta contra el trato al antiguo presidente del Consejo pero la censura impidió que se publicara.

En 1927 asiste a una de las lecturas personales de Mariana Pineda en el Teatro Fontalba. Azaña había publicado ya algunos poemas de Federico en la revista que dirigía en aquel momento, La Pluma. No sería la única vez que asistiría a lecturas o estrenos de Lorca, incluso siendo ministro. El 19 de diciembre de 1932 estuvo en una representación de La Barraca de La vida es sueño, en el Teatro Español que, aunque fue un éxito de público y de prensa, recibió críticas de la derecha que siempre insistía en que La Barraca era una máquina propagandística del marxismo o el comunismo. También asistió al estreno de Yerma, donde hubo un gran escándalo. La obra y los asistentes fueron insultados por el público más conservador. Azaña, igual que Fernando de los Ríos, siempre fue el blanco de la derecha más conservadora.

Tras la Dictadura de Primo de Rivera formó parte del Comité Revolucionario que contribuiría a la instauración de la República en 1931. Ocupó en un gobierno provisional la cartera de Guerra y, después, la Presidencia. Llevará a cabo reformas educativas, económicas, militares y sociales como la reforma agraria, la reforma militar, la creación de un estatuto de autonomía para Cataluña y la laicización del Estado. En 1933, tras haber sido elegido en las urnas en el 31, dimitirá. Su imagen se había visto muy dañada por el suceso de Casas Viejas donde el gobierno reprimió de forma violenta una rebelión de trabajadores anarquistas. Se abrió una investigación parlamentaria y el 7 de marzo declaró que hubo ejecuciones ilegales.  En 1934, en la oposición, consiguió la unión de los partidos republicanos en Izquierda Republicana. En 1934 fue detenido por los sucesos de Asturias y Cataluña. Un centenar de intelectuales, entre ellos Federico García Lorca, firman una carta abierta de protesta contra el trato al antiguo presidente del Consejo pero la censura impidió que se publicara. Tendría que esperar un año para que se admitiera su inocencia.

Manuel Azaña en su despacho de presidente
Manuel Azaña en su despacho de presidente

En 1935 inicia una campaña política que da lugar al Frente Popular, que ganará las elecciones en febrero de 1936. Será elegido presidente de la República ese mismo año hasta su dimisión tras la Guerra Civil. En 1939 marcha exiliado a Francia donde morirá en 1940. Sus restos siguen en el lugar donde murió, en Montauban, y fueron visitados oficialmente por primera vez por el gobierno español en febrero de 2019, aprovechando la conmemoración de los 80 años del fallecimiento de Antonio Machado, también enterrado en otra localidad francesa, Collioure.

Durante toda su vida fue un destacado escritor y periodista que colaboró en diarios como El Imparcial o El Sol. Dirigió revistas como La Pluma y España entre 1920 y 1924. En el 26 recibió el Premio Nacional de Literatura por Vida de Juan Valera. Escribió novelas e incluso obras de teatro. Fue también un importante traductor y, sobre todo, un gran ensayista. La velada en Benicarló reúne una serie de diálogos que se consideran la más importante reflexión sobre la Guerra Civil. Sus memorias y cartas son un testimonio de gran valor sobre el periodo que le tocó vivir. Su discurso Paz, piedad y perdón, pronunciado en Barcelona en 1938, es una buena muestra de su talante pacifista, democrático y conciliador.

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