Por 12.000 pesetas

Los animosos tertulianos del carmen de Alonso Cano lo primero que debieron resolver fue la financiación del I Concurso de Cante Jondo. Según sus cálculos, al menos deberían contar con 12.000 pesetas para cubrir los gastos. ¿Quién podría financiar el concurso? No lo dudaron: el Ayuntamiento de Granada. La petición razonada debía ser, además de una solicitud administrativa, el primer manifiesto para salvar el cante jondo. Dado que los impulsores carecían de una sociedad o corporación legalizada para recibir la ayuda decidieron delegar en el Centro Artístico, que se convertiría así no sólo en depositario sino también en administrador de la ayuda y de las ganancias procedentes de la venta de entradas. La decisión, aunque lógica, fue el primer error -quizá un error invencible- que cometieron los promotores, un fallo grave que, a la postre, redujo la estatura del ambicioso proyecto (que incluía la creación de escuelas de cante jondo en Granada y Sevilla y una promoción pedagógica constante).

Patio de los Aljibes de la Alhambra en 1922, sede del primer Concurso de Cante Jondo.
Patio de los Aljibes de la Alhambra en 1922, sede del primer Concurso de Cante Jondo.

El escrito resaltaba el gran valor del cante primitivo andaluz y alertaba del riego de desaparición. Para evitar el peligro y despertar “nuestras tradiciones líricas” proponían dos fases: celebrar el concurso y luego abrir una especie de escuelas de cante en distintas provincias andaluzas donde, durante cuatro o cinco meses, los viejos cantaores de mayor prestigio “inicien a los jóvenes en aquellos antiquísimos cantos”. La idealización romántica que los impulsaba a la búsqueda del origen del cante jondo en lejanas culturas acabaría chocando con la realidad.

Delegar en el Centro Artístico fue un error -quizá invencible- que cometieron los promotores, un fallo grave que, a la postre, redujo la estatura del ambicioso proyecto.

Previamente al concurso se realizaría una “activa propaganda mediante conferencias” y artículos para que las personas “de roma sensibilidad” no vean en el certamen solo una “fantástica juerga”. “Artistas de todas partes peregrinarán hacia ella [hacia Granada, como cuna del cante jondo] y todos los sacrificios que ahora realicemos serán pródigamente recompensados”. Ese era el sueño.

La solicitud cuantificaba el importe de la subvención: no menos de 12.000 pesetas, “las cuales servirán de base para nuestro programa”, una cifra a juicio de los solicitantes “insignificante” dada la repercusión del concurso que se celebraría, precisaban, coincidiendo con las fiestas del Corpus en la Placeta de San Nicolás, en el Albaicín, y que serviría como promoción turística. La petición tenía dos bloques diferenciados de firmas: el de los directivos del Centro Artístico, presidido por Antonio Rodríguez Molina y con Antonio Gallego Burín como vicepresidente, y el de los miembros de la Sociedad Nacional de Música, con Manuel de Falla a la cabeza.