Mariscal Parado, Luis

Luis-Mariscal

Diplomático, periodista y amigo de juventud de Federico García Lorca, nacido en Granada en 1895 y fallecido en 1941 en San Antonio de Chadmo, en Chile, el país a cuyo consulado fue enviado por la República para prestar el último servicio. Antes, en un corto espacio temporal, recorrió numerosos destinos como miembro de la legación española. Conoció a García Lorca en 1909, poco después de que la familia se mudara de la casa de Asquerosa-Valderrubio a Granada, y la amistad fue intensa. Fue miembro de la tertulia de El Rinconcillo. Ya en la Universidad, participó con Lorca en los viajes de estudios organizados por el profesor de Teoría de la Literatura de la Universidad de Granada Martín Domínguez Berrueta, entre 1914 y 1917.

De izquierda a derecha, el profesor Martín Domínguez Berrueta, Ricardo Gómez Ortega, Federico García Lorca y Luis Mariscal.
De izquierda a derecha, el profesor Martín Domínguez Berrueta, Ricardo Gómez Ortega, Federico García Lorca y Luis Mariscal.

La amistad, estrecha al principio, se agrietó más tarde debido a las desavenencias sobre las ideas artísticas y a una sorda rivalidad procedente de varios frentes: Mariscal, tres años mayor, ejerció, por encargo del padre del poeta, de “representante legal” de Federico y de su hermano Francisco en el instituto a la hora de resolver las gestiones académicas. Luego, en la Universidad, cuando emprendieron las excursiones de estudios, Luis, como alumno predilecto de Berrueta, fue designado cronista oficial del grupo y solía mandar reportajes a los diarios locales, mientras Federico, en silencio, preparaba los suyos para Impresiones y paisajes, su primer libro, publicado en 1918. Entre ellos sobrevoló la idea de plagio. La dedicatoria y las menciones que contiene el libro acabaron por separar a ambos. El volumen fue dedicado no a Berrueta, el organizador de los viajes, sino a Antonio Segura Mesa, el maestro de música de Lorca, lo que puso al descubierto las diferencias entre uno y otro. Como cierre, el libro de Lorca contiene estas someras líneas: “A mi querido maestro D. Martín Domínguez Berrueta y a mis queridos compañeros Paquito L. Rodríguez, Luis Mariscal, Ricardo G. Ortega, Miguel Martínez Carlón y Rafael M. Ibáñez, que me acompañaron en mis viajes”. El hecho de reducir a un papel vicario, “compañeros de viaje”, a los mencionados no gustó a ninguno de ellos, en especial a Mariscal, que llegó a comentar: “Ese ya ha orientado su vida, y en verdad que es una admirable orientación: capitalista y poeta por sport. ¡No está mal!”.

En 1917 ambos participaron en el último viaje de estudios de Berrueta que incluyó Madrid, Palencia y Burgos. Federico y Luis comentaron la visita a Burgos en sendos artículos aparecidos, gracias a la mediación de don Martín, en la prensa de la ciudad. A ambos les fascinó la visita al Real Monasterio de las Huelgas fundado por Alfonso VIII, pero por diferentes motivos que, en cierto modo, delineaban sus personalidades diferentes. A Mariscal le atrajeron sobre todo los aspectos históricos de la catedral, mientras que a Lorca le interesó la vida de clausura de las monjas. La conclusión de Lorca, expuesta en un artículo titulado Las monjas de las Huelgas, es que la aparente abnegación de las religiosas tenía una raíz neurótica y que la vida monástica suponía renunciar innecesariamente a la vida y al amor, una tesis que provocó cierta turbación entre los lectores del Diario de Burgos.

En el viaje anterior, en 1916, durante la visita a Ávila, Mariscal fue el presentador de Federico como concertista de piano en un instituto. Lorca interpretó composiciones propias de inspiración andaluza que había compuesto en Baeza.

Mariscal, nacido en una familia de panaderos que residía en la calle Candiota, cerca del Jardín Botánico y de la Facultad de Derecho, fue un estudiante brillantísimo. Frente al escaso interés de Federico por los estudios, Luis Mariscal logró uno de los expedientes más fulgurantes de su generación. Según consta en el expediente académico que se conserva en el Instituto Padre Suárez, Mariscal logró 25 matrículas de honor, dos sobresalientes y dos aprobados (ambos en Gimnasia: de primero y segundo curso) en Bachillerato. Federico, en cambio, chocó con la caligrafía y obtuvo unos resultados mediocres. Cuando pasaron a la Facultad de Letras (Lorca la abandonó de inmediato por Derecho, aunque participó en las excursiones de Berrueta) la comparación de los expedientes da un resultado similar: Mariscal obtuvo todo matrícula de honor salvo cinco sobresalientes. Federico tuvo enormes dificultades para acabar sus estudios. La última piedra que hubo de esquivar fue el Derecho Mercantil. El profesor hizo saber que como era el año de su jubilación, el examen de Federico sería el último de su vida profesional. Lorca se presentó en una convocatoria especial, solo y sin público. “Fue aprobado”, precisa su hermano Francisco, pero ya no quiso “nunca abordar el tema de sus estudios”. El distanciamiento físico entre ambos amigos aconteció cuando Federico se marchó a la Residencia de Estudiantes, mientras Mariscal acababa su carrera de Derecho y empezaba su carrera como diplomático.

Federico García Lorca, Ricardo Gómez Ortega y Luis Mariscal.
Federico García Lorca, Ricardo Gómez Ortega y Luis Mariscal.

En 1922, ya fuera de Granada, Luis Mariscal se casó en Budapest con una mujer húngara, pero el matrimonio desbarró pronto y de manera tormentosa; a continuación, ocupó el consulado de España en Salónica. A partir de ahí desarrolló una carrera diplomática vertiginosa que lo llevó a Amberes y, en 1929, al Protectorado Español de Marruecos. Tuvo tres hijos, uno de los cuales falleció a edad temprana. Las mudanzas constantes y el alargamiento del conflicto matrimonial, que no se resolvería hasta 1933 con el divorcio, socavaron su salud, afectada por una enfermedad reumática. Tras la proclamación de la República estuvo en Constanza (Alemania) y en Bucarest (1932), donde conoció a la que sería su segunda mujer, Paulina Georgescu, una maestra formada en la Institución Libre de Enseñanza que ejercería de hecho de madre de los hijos del primer matrimonio. En 1934 fue destinado a La Habana como agregado comercial y más tarde a Moscú, Berna y Ginebra, ya en plena Guerra Civil. Con ayuda de su mujer trató de ganar adeptos a la causa republicana. Su último destino fue en el Consulado de Chile, país donde murió en 1941.

Mariscal, admirador de Ángel Ganivet, llevó una vida en cierto modo ganivetiana: fueron los mejores alumnos del Instituto General y Técnico de Granada; ejercieron como cónsules y murieron lejos de su Granada.

 

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