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De todas las referencias que hace el autor a la ciudad de Granada, esta conferencia contiene una de las más interesantes. Según es descrita en este texto, Granada es una ciudad que “ama lo diminuto”, “no puede salir de su casa”, es solitaria y pura, encerrada… Habla de la Granada interior, de los cármenes del Albaicín, una ciudad perfectamente definida en el título de Soto de Rojas y que él describe como “la estética del diminutivo, la estética de las cosas diminutas”. Granada sueña, es dada a la fantasía, pero rehúye la aventura, la acción, la salida al exterior, es una ciudad contemplativa. El granadino solo tiene unos pocos amigos y en vez de desear triunfar en el mundo, prefiere contemplar lo que pasa desde su ventana. Es una ciudad llena de iniciativas, pero falta de acción. El granadino no tiene prisa, es una ciudad “de ocios y tranquilidades” en la que puede haber “catadores de aguas, de temperaturas y de crepúsculos”.