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Francisco García Lorca recuerda que el día del estreno estaba en Granada reunido con la familia a la espera de noticias. Don Federico había encargado a un financiero amigo suyo que residía en Madrid que le telegrafiara en cuanto acabara la función. “Mis padres, mis hermanas y yo estábamos congregados en el comedor de la casa […]. Al cabo, sería ya más de la una, se recibió el telegrama. Don Manuel Conde, que este era el nombre del amigo, lo había redactado piadosamente, pero expresaba mayor verdad de lo que el amigo creía en el fondo. Decía así: “La obra no gustó. Todos coinciden en que Federico es un gran poeta”.