Ruta lorquiana de la Vega

Los pueblos de Fuente Vaqueros y Valderrubio fueron el primer hogar de Federico García Lorca. Allí vivió hasta los diez años y pasó los veranos de su juventud hasta los 28.
Esta ruta, recomendable para hacer en coche o moto, en transporte público o en bicicleta, une las casas museo donde nació y creció, y también la que inspiró una de sus obras cumbre, ‘La Casa de Bernarda Alba’.

Datos de la ruta

Longitud del recorrido:
4 kilómetros
Duración estimada:
2 horas y media (10 minutos de desplazamiento)
Modo de realizarla:
En coche, moto o bicicleta
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Lugares que componen la ruta

En esta casa nació Federico en 1898 y en ella pasó sus primeros años antes de trasladarse a Valderrubio. Ingresó pronto en la escuela y pronto también descubrió su afición a la lectura, el teatro y la música. Ya adulto recordaría así su niñez: “Mi infancia es aprender letras y música con mi madre, ser un niño rico en el pueblo, mandón”.

Aunque Federico nació en Fuente Vaqueros, las experiencias fundamentales de su infancia y adolescencia cobraron vida en Asquerosa, a donde su familia se mudó en 1906. En esta casa, entre alamedas, fuentes y ríos, tuvo su “primer asombro artístico”, se formó como músico, tanteó la literatura y escribió sus primeros poemas.

En esta casa vivió Fraquista Alba y en ella se inspiró Lorca para su célebre tragedia ‘La casa de Bernarda Alba’, estrenada en 1945 en Buenos Aires por la compañía de Margarita Xirgu. Está situada en la Calle Real de Valderrubio y sobre ella ha pesado el tabú de la ficción y la verdad durante décadas. El inmueble es museo desde 2018.

Es difícil pensar en Federico García Lorca y en su obra sin asociarlos al campo, a la tierra y, en concreto, a los pueblos (Fuente Vaqueros, Valderrubio, Pinos Puente, Romilla y todos los núcleos desgajados del Soto de Roma) de la entonces feraz Vega de Granada. Allí nació, escribió sus prosas y versos juveniles, tomó conciencia social; allí también maduró y, ya adulto, viviendo en Madrid, en la Vega buscó refugio para escribir, para superar crisis personales o escapar del ambiente hosco que desembocó en la Guerra Civil y en su propio asesinato. El poeta que describió la megalópolis Nueva York con un bisturí inmisericorde nunca olvidó su origen: «Pastores, campos, cielo, soledad. Sencillez, en suma». De ese contraste nació el desgarro que aún aturde y emociona a los lectores de Poeta en Nueva York.

Esta ruta discurre por los lugares de la Vega de Granada donde Federico tuvo su primer «ensueño de lejanías», señala las casas donde habitó y las calles, las gentes, las costumbres, la poesía donde anidaron sus ideas de niño luego «fundidas en el crisol de la pubertad». Vega fue la infancia en Fuente Vaqueros; Vega fue la tierra y las fuentes donde brotaron sus primeros poemas; las caminatas por las orillas del Cubillas y Genil; las meditaciones ante el manantial diminuto de La Teja. La Vega fue también el centro de los veraneos familiares después de la mudanza a Granada o el traslado a Madrid. Y Vega era, mucho antes de que fuera maltratada y desfigurada por el urbanismo feroz, la Huerta de San Vicente donde trabajó, entre 1926 y 1936, en lo más granado de su obra poética y teatral. Y, en fin, Vega fue la vecina Huerta del Tamarit, cuyo nombre inspiró uno de sus últimos libros. La Vega, o lo que queda de ella, a pesar del tiempo, sigue siendo el testigo más fiel de Federico, el espacio donde mejor se presiente o reconoce su obra.

Esta ruta es un apunte mínimo que aspira a ser el hilo que lleve al visitante por los espacios lorquianos, lo exponga a su influencia lírica y lo anime a leer y releer una obra inagotable fundida con la naturaleza. «La tierra, el campo, han hecho grandes cosas en mi vida», declaró en 1934. «Los bichos de la tierra, los animales, las gentes campesinas, tienen sugestiones que llegan a muy pocos, Yo las capto ahora con el mismo espíritu de mis años infantiles».