Federico García Lorca. José Manuel Caballero Bonald.

Se fue sustituyendo cada día

Para ser siempre el mismo. No

Compartió la vida que su vida

Adosaron: era tan junto

Como la madera del cedro

De los Mártires, tan recóndito

Y caro como el agua

Que derrocha en el Darro sus cuchillos.

Paraíso cerrado

para muchos, su palabra se abría

Igual que se abre un pozo

En mitad de una hoguera. Quiso

Ennoblecer una cultura

Con otra más dramática, una historia

Con sus vislumbres de mitología,

La voz de un pueblo con la suya.

Su libertad tenía el color de la sangre.

Ávidamente amó lo que más pudo,

También sobrevivió a sus asesinos.